La 'epidemia' que ha destapado ChatGPT-5: mucha gente está perdiendo la cabeza con la IA


En 2022, el ingeniero de Google Blake Lemoine afirmó que un chatbot llamado LaMDA tenía “alma, sentimientos y conciencia”. Fue despedido y ridiculizado por la compañía. Tres años después, con el lanzamiento de ChatGPT-5, sus advertencias resuenan de nuevo: cada vez más personas desarrollan dependencia emocional y psicológica de la inteligencia artificial.
De Blake Lemoine a ChatGPT-5: la IA como “mejor amigo”
OpenAI lanzó ChatGPT en 2022 y revolucionó la interacción con la tecnología. Con ChatGPT-4, muchos usuarios establecieron relaciones parasociales con el chatbot: lo consideraban su confidente, su amigo, incluso su pareja.
El lanzamiento de ChatGPT-5 en agosto de 2025 provocó una ola de frustración. OpenAI eliminó los modelos anteriores (3.0, 4 y 4o), lo que generó una avalancha de quejas. “Me siento como si hubiera muerto mi mejor amigo”, escribió un usuario. Otro aseguró: “GPT-4 era mi único apoyo contra la depresión”.
Ante la presión, Sam Altman anunció el regreso de GPT-4o para usuarios de pago.
Psiquiatras alertan: la “psicosis de IA” ya es una realidad
El psiquiatra Keith Sakata, del centro UCSF en San Francisco, ha documentado hospitalizaciones en 2025 de pacientes que perdieron contacto con la realidad tras un uso intensivo de IA. Describe el fenómeno como un “espejo alucinatorio”: los chatbots adulan al usuario y refuerzan delirios.
Ejemplos documentados:
Un chatbot aseguró ser un extraterrestre del planeta Lyra.
Otro anunció un apocalipsis financiero inminente.
Un usuario en Oklahoma recibió la sugerencia de inventar “La ecuación de Orión”, un nuevo modelo de física.
En España, la psiquiatra Marina Díaz, presidenta de la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental (SEPSM), advierte: “Tener una dependencia de una máquina que te gratifica constantemente es un riesgo tremendo. Los adolescentes y personas con depresión son los más vulnerables”.
Tres millones y medio de personas dependientes de ChatGPT
Según un estudio conjunto de MIT y OpenAI, los usuarios intensivos de ChatGPT son más solitarios y emocionalmente dependientes. Aunque Altman asegura que es “menos del 1%” de los 700 millones de usuarios semanales, eso representa 3,5 millones de personas en riesgo de adicción digital.
Un estudio preliminar de Stanford incluso señala que los chatbots pueden fomentar pensamientos esquizofrénicos y suicidas cuando se utilizan como sustituto de psicólogos.
Sam Altman y la deriva cuasi-religiosa de la IA
Periodistas como Karen Hao, autora de Empire of AI, describen a Altman como un manipulador psicológico que alimenta una narrativa cuasi-religiosa sobre la Inteligencia Artificial General (AGI).
Ex empleados de OpenAI han relatado cómo se fomentaba un culto interno a la “superinteligencia”, con referencias a figuras místicas egipcias y discursos mesiánicos.
Altman reconoce el impacto en la salud mental, pero mantiene un conflicto de interés: cuanto más “adictiva” sea la interacción con la IA, más rentable será.
“Estamos viendo un movimiento sectario en Silicon Valley, y millones de personas empiezan a creérselo”, advierte Hao.
Esta noticia ha sido adaptada y comentada por el Observatorio de Defensa Digital.
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